martes, 14 de enero de 2014

CRÓNICAS DE LECTURAS 71 - UMBERTO ECO

Crónicas de Lecturas -  71
Umberto Eco

I
Eruditos, Sabios y Polígrafos

Umberto Eco (Alessandria - Italia, 1932 - 2016) es uno de los autores contemporáneos más eruditos, y la verdad es que joroba percatarse cuánto sabe y cuánto ha leído el maldito, me da una envidia como una pirámide recién construida, toda grandota y colorada. Cómo se hará para lograr más que sea un poco de eso, hay pocos tipos comparables con Umberto Eco, seguro hay más aparte de Fernando Savater y de los peruanos Marco Aurelio Denegri y Leopoldo Chiappo. Por suerte, de la envidia consciente puede surgir algo mejor que estas confesiones de impotencia intelectual que gastan un tiempo que mejor se usara en tratar de ser erudito en serio, pues si algunos llegan es porque hay ruta. Me he tropezado con este signori de tantas maneras y para tan diferentes cosas, que si elaborara una personal línea de tiempo intelectual la podría delimitar entre a.E. (antes de Eco) y d.E. (después de Eco). Pero dejemos de tontear y hagamos algo productivo: Comprender al hombre y su obra. Empecemos con la "erudición", con el tener un saber profundo en algún área del conocimiento. Un erudito en semiótica o en egiptología es aquel cuyos saberes en las dichas superan no sólo los de hombres y mujeres corrientes, sino los de la gran mayoría de especialistas. La erudición valora la cantidad, el erudito retiene muchos bits de información, pero dicha valoración es ambivalente, se circunscribe a disciplinas abundantes en data, como Historia y Literatura. Hoy, en tiempos de Internet, la erudición no es lo que solía ser, ni es fin de la educación, dado su desagradable regusto aristócrata: Ni proletas ni campechanos sin las facilidades de los que tienen plata y ocio llegan a eruditos. Vale, sin embargo, la pena diferenciar dilettantismo de erudición: el diletante circula de un área del saber a otra, no profundiza en ninguna pero sabe conversar de todo en un salón, y no sabe nada a profundidad pero se hace simpático a las viejas aristócratas. En cambio un erudito sí que se ha metido en su tema, y no solamente sabe más sino que sabe mejor.

El erudito está, me parece, más cerca de la sabiduría, entendida como conjunto de habilidades obtenidas al aplicar la inteligencia a la experiencia (¿o es a la inversa?), con lo que se obtienen generalizaciones que retroalimentan la propia reflexión y discernimiento. La erudición es como un Gran Disco Duro de almacén de data, la sabiduría se parece más a los sistemas operativos para ejecutar operaciones lógicas, racionales e incluso intuitivas, con el añadido de generar un círculo virtuoso creciente de habilidades del pensar, un constante feed-back de información y procesos cognitivos, estéticos y valorativos. La sabiduría así considerada se asocia con la prudencia, la cautela, la sensatez, la claridad del juicio, el comedimiento, la previsión y otros contenidos de valor estético y axiológico, y no machacaré más este concepto, el punto parece establecido. Más falta aún ver la Polígrafía: Se define Polígrafo a una persona que escribe con solvencia sobre alta diversidad de temas; otra acepción refiere al que descifra contenidos cifrados en secreto. Combina ambos significados el divulgador que trata de hacer fácil lo difícil, objetivo confeso de este humilde Cronista. Las personas que escriben de temas diversos, descifrando el conocimiento, deben saber algo de algunas cosas, sea por la académica o por la libre, gracias a la lectura y/o la experiencia. Y Umberto Eco califica como polígrafo, erudito y sabio: Doctor en Filosofía y Letras, especializado en Semiótica y Comunicación Visual; crítico literario; narrador, ensayista y novelista; medievalista experto; semiólogo; solvente y opinante en disciplinas tan dispares como la ética, la política, la lógica formal, la gastronomía, la teología y la polemología; consumado experto en cómics y en el origen y simbología de James Bond y Sherlock Holmes, tanto como en la televisión, el cine, la música popular y la cultura de masas. Que es erudito está probado, sobre todos estos temas diserta, habla y escribe. El destino me llevó a mí a leer tal vez demasiado de él, primero me alcanzó como ensayista y semiólogo, sus novelas me llegaron más tarde. Pero escriba lo que escriba es fácil identificarlo por su desenfado estricto, sólido aunque estructurado y a la vez suelto. Vaya y qué problema, acabo de darme cuenta que me faltan adjetivos para describir.

II
Obra Abierta /  Apocalípticos e Integrados ante la cultura de masas  /  Lector en Fabula

Obra Abierta, de Umberto Eco, me alcanzó muchos años ha en la colección Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo de Origen/Planeta, que dio a conocer autores que de otro modo no nos hubieran llegado a muchos, la espera de cada semana fue un placer añadido a leerlos: Obra Abierta, escrita en 1962, es la número 16 de la colección, entre Carr y Jaspers. Fue mi debut con la Estética, disciplina a la que no daba tanta bola por no ver su importancia. Se pregunta Eco cómo la obra de arte puede postular la libre interpretación de sus destinatarios y a la vez exhibir estímulos que regulen el orden de sus interpretaciones. Yo no entendía no sólo la pregunta misma (que presento simplificada), sino menos aún su trascendencia y por qué había que escribirse todo un libro solamente para poder plantearla. Por entonces yo era muy bruto, y no es que haya cambiado mucho, el tiempo me ha dado paciencia y no mucho más. Porque si te digo que Obra Abierta trata de lo que te dice tratar - de la cultura popular y los medios de comunicación - pues no te digo sino lo grueso de la verdad, alcanzar la más fina ya es para el intelecto. Para ser solvente en Eco hay que leerlo todo y concéntrico, como estadio avanzado de la macrooperación lectora. El significado que Eco transmite crece y se perfecciona conforme el autor te introduce en su mundo, al enriquecer tus operaciones de revisión o chequeo por añadido de estímulos. Empecé a entender algo más de Obra Abierta leyendo Apocalípticos e Integrados ante la cultura de masas (de 1965) y releyendo Obra Abierta; y ambos leyendo Lector in Fabula (1979) y releyendo ambos anteriores. Ya sé que es una jarana leer así, pero créanme que compensa. Yo creía entenderlo cabalmente, ya dije que yo era muy bruto, y no puedo dejar de pensar qué me pasara si leyera La estructura ausente, La forma y el contenido, El signo, Tratado de semiótica general, Desde la periferia del imperio, Semiótica y Filosofía del Lenguaje, Kant y el ornitorrinco, etcétera. Algo me dice que los teóricos de la revolución del futuro irán a Eco y otros semióticos para estructurar las cosas algo mejor.                         

Puede que Obra Abierta exprese el postmodernismo al constatar desde la Semiótica el derrumbe del orden de la civilización del Siglo XX. La Obra Abierta se opone a la Obra Cerrada, poseedora y dadora de contenidos unívocos estéticos y artísticos. El arte trata de ser unívoco, desde el paleolítico los pintores rupestres tratan de ordenar el caos de su mundo en contenidos inteligibles, acercarse a golpear el Bisonte pìntado atrae las potencias tutelares de la cacería y provoca Catarsis, como unos miles de años después conceptuará Aristóteles. Eso es lo que la postmodernidad dinamita: La catarsis se invalida y sólo se agarra desde fuera del arte: Bertolt Brecht no hace arte sin espectador, la inconsistencia la resuelve afuera en la praxis revolucionaria. En el mismo sentido Eco se refiere a la simbología de Kafka y las sugerencias poéticas de Mallarmé y narrativas de Joyce. Todos lo refieren al lector / espectador, recurren al que está fuera del Arte para desambigüar el Arte, en ejercicio de su Libertad. Por eso resulta realmente importante entender la no-libertad, el sujeto pasivo que no es libre, que no rebota el contenido y no ejecuta arte porque es carne de cañón de la cultura de masas, a ese se refiere Eco en Apocalípticos e Integrados ante la cultura de masas. Mientras la Vanguardia innova y recibe el aporte del Otro, la cultura de masas predigiere y elimina el potencial creador, vacía de contenido la obra de arte al plantearla unívocamente como generadora de tercio excluido: O eres Apocalíptico o eres Integrado. Los Apocalípticos son pesimistas, casi siempre aristócratas - conservadores o progres - cuya critica se resuelve en que el Tiempo Pasado fue Mejor Siempre; y postulan a la implícita o explícita volver al pasado de la mano de alguna auctoritas que les parezca resista el embate de la Sospecha. Los Integrados son optimistas y benévolos sobre el resultado final de la cultura de masas, ven el asunto a la democrática como acceso libre a la cultura y son menos críticos. Personajes paradigmáticos de ambas posiciones son el Apocalíptico Theodor Adorno y el Integrado Marshall MacLuhan. Por mi parte soy enemigo de lo unívoco, creo que Eco no toma partido por ninguno sino por superar dialécticamente la confrontación: No son Pasado y Futuro los enfrentados, sino Pesimistas y Optimistas. Y así como estos no son necesariamente los términos en que se resuelve la dialéctica de la situación, nos falta releer y analizar la relación entre Vanguardia y Cultura de Masas en el medio donde entran en contacto y conflicto: En la mente.  

A partir de acá seguro se me pasará por alto un montón por no haber leído más a Eco. Se me disculpará no ser semiótico ni semiólogo, si alguien me ayuda a hacer potables cuestiones tan abstrusas a las víctimas de la Cultura de Masas, pues be my guest. Reconozco mi falta en leer Lector in Fabula sin lo que Eco hizo desde Apocalípticos e Integrados en adelante, pero en esta última obra trata más del lector, y nos sentimos más representados: se acaban ya las dilaciones y a este lector, siempre al lado, siempre encima, siempre pegado a los talones del texto, lo colocamos en el texto. Es una manera de tenerle confianza, pero al mismo tiempo de limitarlo y de vigilarlo. (…) había que optar entre hablar del placer que proporciona el texto o de las razones en virtud de las cuales el texto puede proporcionar placer. Tratemos de ser justos: caemos presos de nuestras inconsistencias y lo único que nos salva es la ingenuidad o la inocencia: A veces usamos una que otra reflexión de Umberto Eco como nuestra, así ha sido en otras Crónicas (Y casi digo Fábulas), y no nos arrepentimos porque fueron pertinentes y porque después de todo la copia todos la hacemos, mucho de lo que creemos nuestro es simple falta de memoria de mediano plazo. Nos pasa así con el capítulo 9 de Lector in Fabula: Estructuras Actanciales e Ideológicas, posible último refugio del devaluado término “Ideología”, en el que se analiza a profundidad determinados aspectos de la obra de Gérard de Nerval, Víctor Hugo, Thomas Mann, Eugenio Sué, Edgar Allan Poe, Virgilio, Sófocles, etcétera, como pretexto para redefinir el Lector Modelo y las estructuras construidas en función de éste. Puede que haya pocos libros de lectura compleja que sean tan remuneradores como éste. Los lectores que no somos semiólogos ni filólogos tendremos seria dificultad para captar todo el libro, aún considerado individualmente y no parte del pensamiento de Eco como postulamos al principio. A continuación algunos vínculos útiles: Obra Abierta: http://www.bsolot.info/wp-content/uploads/2011/02/Eco_Umberto-Obra_abierta.pdf; Apocalípticos e Integrados: http://www.ifdcelbolson.edu.ar/mat_biblio/tecnologia/curso1/u1/01.pdf y Lector in Fabula: http://www.bsolot.info/wp-content/pdf/Eco_Umberto-Lector_in_fabula_La_cooperaci%C3%B3n_interpretativa_en_el_texto_narrativo.pdf

III
Cómo se hace una Tesis
Técnicas y procedimientos de investigación, estudio y escritura

Este es con seguridad uno de los libros más bonitos, oportunos y remuneradores que he leído. Y me encantaría que todos los muchachos que tienen que hacer sus Monografías, trabajos de Investigación y Tesis lo leyeran hasta asimilarlo completo, y hartarse y saciarse de él si es que eso es posible. Creo haber dicho esto ya, pero qué importa: El saber, la erudición, el rigor que el conocimiento debe tener para ser conocimiento no tienen por qué ser adustos y solemnes. Siempre me ha dado en la nariz que cuando le ponemos tal solemnidad a la cosa retrocedemos a lo dieciochesco, lo aristócrata, lo exclusor, lo pituco, a erigir barreras para que los de abajo no suban ni disputen el lugar a los de arriba. Quizá exagere, pero nunca he dejado de ver cómo esas cosas pasan, por eso cuando encuentro un esfuerzo honesto y exitoso de de-solemnización y de hacer fácil lo que debe ser fácil, pues que me gusta y lo celebro en voz alta. El tema de Cómo se hace una tesis es precisamente cómo se hace una tesis, y no me convocaría tanto si no fuera que como profesor de Metodología me he encontrado con textos sobre el tema que son realmente una suerte de Manual de Carreño de la Investigación Científica, unos ladrillos imposibles de leer, petulantes al extremo, pedantes a la enésima potencia. Y sobre todo aburridísimos. Y no digo que el aburrimiento no sea parte de un texto complejo, el mismo Eco no es nada sencillo de entender en varios de los libros que ya mencioné. Pero no es lo mismo tratar de hacer las cosas más difíciles de lo que son que más fáciles. A veces simplemente no se puede, y ahí es donde entra la disciplina, la concentración y el esfuerzo del lector, el trabajo y la contracción cuya recompensa es el comprender lo que es difícil per se.

La motivación de Eco al escribir este libro fue realista y generosa. No se le escapa que los estudiantes son de diversas procedencias, y trata de “igualar” el partidor en el mejor sentido del término. Piensa en el estudiante que a lo mejor trabaja y se pasa el día en la oficina. En el que es muy pobre (y) que, teniendo que escoger un examen, calcula el precio de los diversos textos prescritos y se dice “este examen es de tantas liras”, y de dos complementarios elige el que cuesta menos. Estudiantes que (…) (luchan) por encontrar un sitio en un aula atiborrada (…). Estudiantes a quienes nadie ha explicado jamás cómo se busca un libro en una biblioteca y en qué biblioteca (…) Los consejos de este libro están especialmente destinados a ellos. Y se distingue con facilidad el gozo y la alegría y el desenfado con que escribe este libro, y cómo el eximio y erudito humanista tejedor de complejas urdimbres conceptuales se esfuerza para estampar la palabra de simple significado en vez de la del doble, en encontrar el ejemplo que iluminará la idea, en expresarse subliminalmente con tan genial sencillez, que le lleva a cambiar a partir del capítulo VI el tipo de letra para dejar claro que sí se puede; y que no exige a nadie comprar fichas de ningún tamaño, sino usar el papel más simple … pero eso sí, con los datos necesarios, ni más ni menos. Sin ampulosidades  ni huachaferías. Práctico y al punto. Y a veces pueblerinamente chabacano, como en el principio de sus Conclusiones: hacer una tesis significa divertirse y la tesis es como el cerdo, en ella todo tiene provecho. Acá un vínculo a esta pequeña belleza metodológica:  http://web.usal.es/~mom/tesis_eco.pdf.

Aprovechamos además para disparar el Elogio del Resumen, artículo de Eco en la misma línea del libro: http://www.bnp.gob.pe/portalbnp/pdf/libros_y_artes/Librosyartes4_10.pdf

IV
El Nombre de la Rosa / Apostillas al Nombre de la Rosa

El Nombre de la Rosa fue la primera incursión de Umberto Eco en la Novela, y le salió magistral (propia de un maestro), porque se atreve impertérrito el hombre a pontificar de la novela como si hubiera escrito doscientas antes, rememorando la teoría del espadachín de Los Tres Mosqueteros: Como D´Artagnan, Umberto Eco no tenía la práctica, pero dominaba tanto la teoría que escribe con una solvencia que  avergüenza a los que no nos atrevemos a novelizar. Vergüenza con su envidia más, claro, porque ¿cuándo romperé el chivato y escribiré “eso” que tengo ahí guardado? ¿Se necesita acaso ser Umberto Eco para combinar registros con la solvencia con que lo hace el magister? El Nombre de la Rosa contiene tantos elementos yuxtapuestos que no se sabe por dónde empezar: Es una novela anglosajona de detectives por sus personajes y la trama extraña para un italiano; pero a la vez es barroca y medieval, tanto por su ambiente en la bien conocida Italia Medieval (lo que la hace también Novela Histórica), como por las preocupaciones de la época, reflejadas en la vetusta aunque vigente polémica teológica de la herejía y su anejo conflicto latente entre ricos y pobres, pregúntesele si no al Gustavo Gutiérrez de la muy actual Teología de la Liberación y a los Cardenales del Opus Dei. Asimismo es telón de fondo la discusión filosófica entre nominalistas y realistas que a su vez marca la relación entre Ciencia y Fe. El  franciscano inglés Guillermo de Baskerville se dirige a la Abadía con su pupilo Adso de Melk a participar de un encuentro teológico que debe resolver una disputa de consecuencias imprevisibles acerca de la posesión de bienes temporales por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica, que enfrenta al Papa con los franciscanos espirituales demasiado cercanos a la herejía. Pero a la vez el Abad le ordena a Guillermo atrapar a un asesino en serie que mata monjes en la dicha Abadía y crea enormes dificultades. Fray Guillermo se aboca al punto empleando la observación, el razonamiento y un empirismo que le debe a Roger Bacon y Guillermo de Ockham, en especial en el uso de su célebre Navaja. En el contexto de la trama se infiltra la presencia de amenazadoras herejías, del poder civil y de la Inquisición; así como la importancia y los rasgos de las antiguas Bibliotecas monacales. Creo que puede decirse que la laberíntica Biblioteca de la Abadía es el personaje más importante de toda la obra. La película de Jean Jacques Annaud es actuada por Sean Connery un jovencísimo Christian Slater, y es de buena factura porque no trata de ser el libro.

Parece claro que El Nombre de la Rosa es una Obra Abierta en el sentido que le dio Eco en su libro de ese título, comentado líneas arriba, notable en la multiplicidad de niveles en que puede leerse y disfrutarse su estética, en especial en su aspecto irónico, que es compartido por otras novelas de Umberto Eco. Por ejemplo, puede leerse Baudolino como obra en sí misma, pero también representa la clave picaresca, francamente un poquitín desilusionante tanto por ser España la patria del Pícaro y por ver a Baudolino tan atrás del Lazarillo; como después de leer El Nombre de la Rosa. En cambio, en La misteriosa llama de la Reina Loana campea una cierta simplicidad que se le ha criticado a Eco, no entiendo francamente por qué. Lo cierto es que La misteriosa llama me capturó desde el mismo principio y no me soltó hasta la última página, y es que se mete en el medio de los recuerdos y las evocaciones de un hombre que vive la niebla de la amnesia y recupera desordenadamente sus recuerdos entre dos o más derrames cerebrales. Es novela entrañable, trato de volver a ella siempre que puedo, probablemente en pocas obras como esta se ha tratado el tema de la muerte desde una perspectiva de pertinente subjetividad. En cambio La Isla del Día de Antes, que me fue recomendada con muchísimo calor y que también es una Obra Abierta, me resultó interesante y bien narrada y sin embargo, qué les digo … me dejó frío, los fuegos artificiales pueden ser lindos, pero para mí deben tener sustancia. Tengo en la cola de lectura El cementerio de Praga y El péndulo de Foucault. Así que ya saben, si me los quieren regalar no se sientan cortos, mándenmelos nomás que yo reconoceré y agradeceré cumplidamente. Las Apostillas al Nombre de la Rosa son un texto de poética que Umberto Eco publicó en 1985, explicando ciertos aspectos de la novela, en especial el tema del barroquismo y arrojando luz sobre la descripción de las ilustraciones y esculturas de la época.

Adjunto al presente link, y haciendo click en él, sírvase encontrar El Nombre de la Rosa: http://www.juventudrevolucionaria.org/biblioteca-jrap/E/Eco,%20Umberto%20-%20El%20Nombre%20De%20La%20Rosa.pdf

V
Colofón

Tratamos de licuar la envidia haciendo los pleitos homenajes necesarios. Nos gustaría ser Umberto Eco y pontificar sobre todo lo que hay en Cielo y Tierra desde el conocimiento en profundidad y una clara y transparente comprensión. Es envidia, pero de la sana, la que trata de imitar lo que está bien. Quieran los Dioses darnos muchos muchachos y chicas así en el futuro, y entretanto a seguir leyendo y aprendiendo. 

Apostilla

Acaba de entrar la noticia del fallecimiento de Umberto Eco. La verdad es que la siento mucho, como la de una persona que hubiéramos conocido. Quizá eso sea cierto, después de todo. Paz para él y para nosotros. 

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